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HOTEL Y CLUB PUNTA LEONA: EL PADRINO DE LA LAPA ROJA

De las 17 especies actuales de lapas, la lapa roja (Ara macao) es el de mayor distribución. Se encuentra entre el suroeste de México hasta el norte de Bolivia. Aunque poco estudiada, está protegida como en peligro de extinción en muchos países, incluyendo Costa Rica. En Costa Rica, originalmente la lapa roja se encontraba entre 0-1500 metros de altura en ambas vertientes. Hoy en día, aunque todavía existen poblaciones pequeñas en diferentes partes del país, solo hay dos poblaciones viables; en la Península de Osa (1,000+) y en el Pacifico Central (600+).

En mis primeras visitas al Pacifico Central en 1990, observé las lapas rojas en todos partes: bosques, árboles en potreros, pueblos y volando por todos lados. Como profesor de vida silvestre en la Universidad Nacional, tenía mucho interés en investigar la lapa roja del Pacifico Central porque era una de las pocas especies consideradas en vías de extinción que coexistía con el hombre. Entonces de inmediato inicié este estudio sobre la lapa roja en el Pacífico Central de Costa Rica. Mi fin era aumentar la información ecológica sobre la especie y identificar y estudiar las instituciones, organizaciones y actores quienes se relacionaban con la lapa roja para explicar mejor esta armonía con el hombre. Hasta el día de hoy (2021), siguen los estudios y conservación de la lapa roja.

Pero a mi llegada al Pacifico Central, los locales me sorprendieron en advertirme de que las poblaciones de lapa roja iban bajando en forma drástica debido a la deforestación y robo de los pichones de los nidos por laperos para vender en un mercado “negro”. Preocupado, comenzamos a monitorear la población de las lapas, además de otros estudios (ecología de alimentación, ecología de anidación, ciclo reproductivo, uso de hábitat, comportamiento entre otros). Entre 1990-2021, entre 5-7:30 a.m hemos contado las lapas rojas saliendo de su sitio de pernoctar, la Reserva de Manglar Guacalillo. Pero a mi sorpresa, al analizar los conteos entre 1990-1993, vi que la población iba bajando a una velocidad preocupante ¡O sea, los locales tenían razón sobre la perdida de lapas roja en la región!

Eugenio Gordienko y Yo Somos Afines En Conservación     

Al darme cuenta de que la población de lapa roja podría extinguirse si no se tomaban medidas drásticas para su recuperación, empecé a hablar con instituciones y grupos interesados en la especie. Todos expresaron disposición, pero tenían otros compromisos. Entonces, decidí conversar con los dueños del Hotel y Club Punta Leona. Me habían dicho que uno de los dueños, Eugenio Gordienko, estaba muy interesado en conservación y la lapa roja ocupaba aliados. Lo que sucedió en nuestra reunión cambió el curso de la conservación del ave para siempre.

Desde el principio, alrededor de 1970, el Hotel y Club Punta Leona se caracterizó por la preservación de la naturaleza, la sostenibilidad ambiental, la calidad de vida para sus integrantes, seguridad, atención familiar y responsabilidad social tanto de los empleados como de la comunidad local. Un enfoque de educar al personal y a la comunidad local para conservar el medio ambiente era un compromiso constante.

Mi primer encuentro con los dueños de Punta Leona, Arq. Eugenio Gordienko e Ing. Guillermo Carranza, tuvo lugar en 1994. Yo iba acompañado por el Dr. Stanley Temple, un conocido ornitólogo y conservacionista de la Universidad de Wisconsin-Madison. Les hablé sobre la inminente extinción de la población local de lapa roja. Eugenio me sorprendió cuando nos enseñó un artículo sobre nidos artificiales de lapas en el Parque Nacional del Manu en Perú. Él dijo que quería construir estos nidos en Punta Leona y yo ofrecí encargarme. El arquitecto también propuso un convenio para conservar la lapa roja, entre Punta Leona y la Universidad Nacional; ocurrió unos meses después con la presencia de Rose Marie Ruiz, rectora de la casa de estudios, su gabinete, socios y empleados de Punta Leona, así como de otros invitados. Hasta llegó en helicóptero José María Figueres, Presidente de Costa Rica, como testigo. Subió un ceibo famoso en el centro de Punta Leona para revelar el primer nido artificial que habíamos puesto la tarde anterior.

Finalmente, don Eugenio ofreció la sede de Punta Leona para patrocinar un taller regional que desarrollara una estrategia de conservación de la lapa roja, lo cual me pareció una excelente idea. Es decir, ¡Eugenio Gordienko era un hombre de acción y su energía fue esencial para arrancar la conservación de la especie en cuestión!

Primer Taller Regional para la Conservación de la Lapa Roja y creación de LAPPA

Memo Hernández, un empleado del Punta Leona y líder comunitario, fue asignado a organizar conmigo el Primer Taller Regional para la Conservación de la Lapa Roja en Punta Leona, durante octubre de 1994. Durante 2 días, 16 personas, incluyendo líderes comunitarios, un guardaparque del Parque Nacional Carara, empleados de Punta Leona, maestros de Quebrada Ganado, laperos (Macqua y Chiso), empresarios, científicos y administrativos de la Universidad Nacional discutimos las posibilidades para conservar la lapa roja. Las principales amenazas encontradas fueron: a) robo de pichones, en primer lugar, b) destrucción del hábitat y c) falta de educación local. Las soluciones incluyeron: a) detener el robo de pichones, construyendo capacidad institucional para protegerlos; b) recuperar y proteger el hábitat; c) llevar a cabo campañas de educación sobre la lapa roja y otros temas tanto en las escuelas rurales como en comunidades; d) realizar estudios científicos; e) monitorear la lapa roja, su hábitat y comunidades (Vaughan, 2012Vaughan, Nemeth y Marineros, 2006b).

 Creación de LAPPA en 1995

Finalizando el taller, los participantes preguntaron cómo llevar a cabo los acuerdos para conservar la lapa roja. Sin embargo, Eugenio Gordienko propuso crear una organización no gubernamental local legal, cuya principal responsabilidad sería llevar a cabo la estrategia propuesta durante el encuentro. La fundación de La Asociación para la Protección de los Psitácidas (LAPPA) se celebró el 25 de agosto de 1995, en la escuela de Quebrada Ganado. De los 23 integrantes fundadores, casi todos eran residentes del Pacífico Central y la mitad trabajan en Punta Leona. Los 4 pueblos representados por los asistentes me dieron esperanza, en cuanto a su alcance potencial. La primera junta directiva de LAPPA consistió en 5 líderes de las comunidades, un maestro (Humberto Solórzano) y yo como presidente. Las principales responsabilidades de LAPPA fueron proporcionar el marco y el liderazgo para conservar la lapa roja y otras especies regionales en peligro de extinción con manejo in situ, así como usar la lapa roja con el afán de mejorar la calidad de vida de la población local (Vaughan, 2012).

Manejo in situ de la lapa roja

Concentramos nuestros esfuerzos con manejo in situ, es decir, aquel referido al hábitat y al enlace entre la población de lapa roja y el ser humano.

Manejo del hábitat

Conservación del hábitat

Los hábitats de la lapa roja se encontraban en terrenos públicos (bosques primarios y secundarios, manglares, playas) y privados (árboles en potreros, bosques, pueblos). La protección de estas áreas silvestres públicas y el cuido de los nidos de la especie dentro era un manejo importante del hábitat a cargo de los guardaparques. En tierras privadas, el cuido de parches de bosques y árboles en potreros de fincas representó también una forma importante de alcanzar el objetivo. En la década de 1990, los potreros constituyeron uno de los hábitats dominantes en el Pacífico Central y la lapa roja aprovechaba sus árboles grandes para descansar, alimentarse o anidar. Punta Leona, un desarrollo turístico, protegía más de 100 hectáreas de una mezcla de bosque primario, secundario, potreros, playas y árboles en zonas con edificios. En diferentes años, tenía un estimado de 5 nidos naturales de lapa roja conocidos (Alex Barboza, comunicación personal, 2017) y sospecho que había un número parecido sin encontrar. Como Punta Leona, existían otros desarrollos turísticos y propiedades con casas (inclusive en pueblos) que protegían hábitat aprovechado por la lapa roja para alimento o anidación.

 Manejo de nidos naturales

Garantizar nidos de calidad y larga duración era una prioridad para la conservación de la lapa roja. Para el manejo de nidos naturales expuestos a la intemperie, sobre todo a la lluvia, decidí colocar techos encima de las entradas, procurando evitar su pérdida o abandono por humedad. Otro problema con esta clase de nidos era que los más comunes estaban hechos en especies con maderas suaves como gallinazo, ceibo y espavel, los cuales no duraban muchos años. En cambio, nidos naturales en especies tales como ronrón, guayabón, mangle rojo y ojoche eran de madera dura y duraban hasta 3 veces más. Un principio de manejo era cuidar esos nidos en tales especies (Vaughan et al., 2006a). Hice 2 nidos con una motosierra en un espavel, imitando una técnica utilizada con éxito en los Estados Unidos para aumentar la reproducción del carpintero de copeta roja (Picoides borealis), otra especie en vías de extinción que anidaba en cavidades de árboles (Copeyon, 1990). Las lapas entraron en los 2 espacios y anidaban en 1; faltan más pruebas en especies de madera dura.

Nidos artificiales

Gracias al estudio de los nidos naturales, se conocieron aspectos claves tales como la altura del árbol y del nido, la profundidad, las dimensiones de la entrada y la orientación del nido, para guiar tanto la construcción como la ubicación de dichos espacios (Vaughan et al., 2006aVaughan, Nemeth y Marineros 2003a).

Lapa_roja2

Una pareja de lapas rojas en un nido artificial, en Punta Leona.

Con esta información, entre 1995 y el 2000, 3 empleados de Punta Leona y yo construimos 38 nidos artificiales de 5 modelos diferentes: a) madera de 2 especies (javillo y cedro), b) tubos de PVC de 14 pulgadas de diámetro y 3 y 1 metros de largo, así como c) estañones plásticos de 50 galones.

Colocamos los nidos en Punta Leona, Parque Nacional Carara, Hacienda Quebrada Bonita y el pueblo de Quebrada Ganado. Observamos que por lo menos 11 pichones nacieron en 4 nidos artificiales hechos de madera o estañones, entre 1994-1997 (Vaughan, Nemeth y Marineros, 2003a). En otros nidos artificiales, 8 pichones nacieron (Myers & Vaughan, 2004) y por lo menos 13 pichones fueron saqueados o desaparecieron por razones desconocidas. Esta oportunidad también permitió involucrar y emplear al famoso exlapero Wilbert y su hijo, Enrique, en la construcción de los nidos artificiales. Es una situación de ganar-ganar y ellos construyen nidos de fibra de vidrio que duran mucho tiempo.

Inicialmente, dudosos de nidos artificiales, escolares, guardaparques, finqueros, comunidades y hoteleros apoyaron este ejemplo de manejo in situ. Los nidos se concentraron para facilitar su cuido, son vistos y han demostrado ser exitosos (Vaughan, Nemeth y Marineros, 2003a; Vaughan et al., 2003b).

Tomado de: Vaughan, C. 2019. Conservación de la lapa roja (Ara macao) con manejo in-situ en el Pacífico Central de Costa Rica. Revista de Ciencias Ambientales. Vol 53(2): 97-110.